El S. XV castellano estuvo marcado por el signo de la guerra. Un violento marco político donde, en ocasiones, no hubo otra ley ni justicia que la de las armas. Extremadura no fue ajena a este contexto, convirtiéndose así la violencia bélica casi en una constante en su territorio. Aparecieron, de este modo, guerreros intrépidos y carismáticos que hicieron de su participación en la contienda, mediante la violencia y el pillaje, un modelo de vida. Como representante, D. Alonso de Monroy, paradigma de este tipo de guerreros. Un "señor de la guerra" que se abrirá camino al calor de las armas dentro de las esferas de la política y la sociedad del momento.